lunes, 16 de abril de 2012

El nuevo escenario en que se educan los niños y niñas de hoy


Vivimos en un mundo cada vez más interdependiente, en que el proceso de globalización está transformando profundamente la vida en la sociedad contemporánea, bajo un triple impacto:

- el espectacular avance científico y tecnológico, que tiene efectos diversos en las distintas regiones geográficas y sobre los distintos sectores y grupos de población;

- la internacionalización de las economías y sus efectos en las economías nacionales o locales; y

- la revolución de la tecnologías de la información y comunicación, que nos permiten tener accesos a redes y servicios telemáticos avanzados.

Estamos viviendo, como se reconoce, en una “sociedad de la información”, en que el acceso a la información y su control y uso constituyen la clave para el desarrollo de las sociedades y el éxito de los individuos. La Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, establecida por la UNESCO a principios de 1993, y presidida por Jacques Delors, señala en su Informe publicado en 1996, que “la educación debe contribuir a democratizar la información y el conocimiento, debe proporcionar las herramientas para que los niños, los jóvenes y adultos, puedan acceder a los avances de la ciencia y la tecnología y servirse de ellos en forma responsable y solidaria”. De allí que la Comisión rechace un tendencia muy difundida hoy en día, como es la de considerar el proceso educativo simplemente de manera utilitaria, como un medio para alcanzar fines inmediatos y a corto plazo, sobre el mercado laboral y la vida económica.

Más allá del desarrollo económico, la educación debe servir para promover el desarrollo humano, para mejorar y enriquecer la vida de todos los seres humanos. La Comisión plantea, además, que “es tarea esencial de la educación la de contribuir al desarrollo total del individuo -espíritu y cuerpo, inteligencia, sensitividad, sentido estético, responsabilidad personal, y espiritualidad-”. El ser humano es más que una simple fuerza de trabajo, y debe ser más que un buen ciudadano.

El ser humano es un fin en sí mismo, y su desarrollo pleno como ser humano debe ser un objetivo esencial de todo proceso educativo, sólo así servirá para un desarrollo económico, político y social sustentable. Educación significa etimológicamente, “sacar de” para “conducir hacia”, es decir, guiar hacia un fin, partiendo de una realidad concreta, y este fin es el último al que puede aspirar un ser humano en la realización plena e integral de su propio ideal, o sea, un absoluto de valores en un absoluto de Ser. El ser humano se realiza plenamente como miembro de una familia, de una comunidad, de una cultura, de una sociedad, pero también en el respeto a su individualidad creativa.

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