lunes, 16 de abril de 2012

El aprendizaje un reto para toda la vida


Si bien la división de los sistemas de educación formal en tres etapas consecutivas (básica, media y superior), está ampliamente arraigada en todos los países, la Comisión de la UNESCO para la educación del siglo XXI, propone la adopción del concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida, como un principio guía para entrar al siglo XXI y se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

A diferencia de los conceptos más tradicionales de "educación permanente o continua", la idea de la educación a lo largo de toda la vida sugiere una interdependencia mayor entre la sociedad, la actividad económica y los sistemas educativos tanto formales como informales, que permitan al individuo programar con mayor flexibilidad su curso de vida, aprovechar mayormente las oportunidades y posibilidades que se le presentan, y facilitar en diferentes etapas de la vida, el tránsito entre la educación, el trabajo y el ocio.

Hoy en día los indicadores de calidad de la educación han detectado la existencia de serios problemas en nuestra educación, que tienen directa relación con los resultados del aprendizaje. El problema de la calidad de la educación, no es un problema de cómo se enseña, sino un problema de cómo y cuánto se aprende.
Según Juan Carlos Tedesco, especialista en educación de la Unesco, la explicación del problema de las dificultades para elevar los resultados del aprendizaje está vinculada con el deterioro de las condiciones de educabilidad con las cuales los alumnos ingresan a la escuela.

En este contexto, señala Tedesco, es posible sostener que un porcentaje elevado de alumnos estaría ingresando a la escuela con deficientes niveles de educabilidad, neutralizando los esfuerzos efectuados por las instituciones educativas. En consecuencia, ciertos niveles básicos de equidad social son necesarios para que sea posible educar con posibilidades de éxito. Este fenómeno justfica plenamente la prioridad que se le otorga hoy a la educación preescolar, por su impacto sobre la equidad social y sobre el futuro desempeño educativo de los alumnos.

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