lunes, 16 de abril de 2012

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El cómo formar a los niños y jóvenes anticipándose al futuro se ha transformado en uno de los mayores desafíos que enfrentan los gobiernos y la educación hoy, La educación actual afronta múltiples retos. Uno de ellos es dar respuesta a los profundos cambios sociales, económicos y culturales que se prevén para la “sociedad de la información".

El maestro y el libro ya han dejado de ser los únicos medios a través de los cuales los niños,jóvenes y adultos, reciben el conocimiento y aprenden. La televisión, la computación, los CD Rom y la navegación por Internet, han irrumpido -a pasos agigantados- en las aulas y en los hogares. El correo postal va siendo reemplazado por el correo electrónico. Los medios de comunicación escritos están dando paso a los medios de comunicación electrónicos. Las noticias hoy son conocidas instantáneamente y seguidas paso a paso, ya sea por televisión o internet. El hombre está hoy más intercomunicado que antaño, pero al mismo tiempo se siente muy abrumado por lo que sucede en el mundo. Los niños y niñas comienzan a ver desde pequeños -a través de estos nuevos medios de comunicación-, como el hombre se ataca, mata y destruye el medio ambiente. Los valores se trastocan y, a veces, nuestros niños y niñas se confunden, porque el discurso que escuchan en la escuela y en la casa es distinto. Un gran papel le corresponde, entonces, a la educación que debe anticipar el diseño del futuro, pero que, al mismo tiempo, debe preparar para enfrentarlo.

El nuevo escenario en que se educan los niños y niñas de hoy


Vivimos en un mundo cada vez más interdependiente, en que el proceso de globalización está transformando profundamente la vida en la sociedad contemporánea, bajo un triple impacto:

- el espectacular avance científico y tecnológico, que tiene efectos diversos en las distintas regiones geográficas y sobre los distintos sectores y grupos de población;

- la internacionalización de las economías y sus efectos en las economías nacionales o locales; y

- la revolución de la tecnologías de la información y comunicación, que nos permiten tener accesos a redes y servicios telemáticos avanzados.

Estamos viviendo, como se reconoce, en una “sociedad de la información”, en que el acceso a la información y su control y uso constituyen la clave para el desarrollo de las sociedades y el éxito de los individuos. La Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, establecida por la UNESCO a principios de 1993, y presidida por Jacques Delors, señala en su Informe publicado en 1996, que “la educación debe contribuir a democratizar la información y el conocimiento, debe proporcionar las herramientas para que los niños, los jóvenes y adultos, puedan acceder a los avances de la ciencia y la tecnología y servirse de ellos en forma responsable y solidaria”. De allí que la Comisión rechace un tendencia muy difundida hoy en día, como es la de considerar el proceso educativo simplemente de manera utilitaria, como un medio para alcanzar fines inmediatos y a corto plazo, sobre el mercado laboral y la vida económica.

Más allá del desarrollo económico, la educación debe servir para promover el desarrollo humano, para mejorar y enriquecer la vida de todos los seres humanos. La Comisión plantea, además, que “es tarea esencial de la educación la de contribuir al desarrollo total del individuo -espíritu y cuerpo, inteligencia, sensitividad, sentido estético, responsabilidad personal, y espiritualidad-”. El ser humano es más que una simple fuerza de trabajo, y debe ser más que un buen ciudadano.

El ser humano es un fin en sí mismo, y su desarrollo pleno como ser humano debe ser un objetivo esencial de todo proceso educativo, sólo así servirá para un desarrollo económico, político y social sustentable. Educación significa etimológicamente, “sacar de” para “conducir hacia”, es decir, guiar hacia un fin, partiendo de una realidad concreta, y este fin es el último al que puede aspirar un ser humano en la realización plena e integral de su propio ideal, o sea, un absoluto de valores en un absoluto de Ser. El ser humano se realiza plenamente como miembro de una familia, de una comunidad, de una cultura, de una sociedad, pero también en el respeto a su individualidad creativa.

El aprendizaje un reto para toda la vida


Si bien la división de los sistemas de educación formal en tres etapas consecutivas (básica, media y superior), está ampliamente arraigada en todos los países, la Comisión de la UNESCO para la educación del siglo XXI, propone la adopción del concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida, como un principio guía para entrar al siglo XXI y se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

A diferencia de los conceptos más tradicionales de "educación permanente o continua", la idea de la educación a lo largo de toda la vida sugiere una interdependencia mayor entre la sociedad, la actividad económica y los sistemas educativos tanto formales como informales, que permitan al individuo programar con mayor flexibilidad su curso de vida, aprovechar mayormente las oportunidades y posibilidades que se le presentan, y facilitar en diferentes etapas de la vida, el tránsito entre la educación, el trabajo y el ocio.

Hoy en día los indicadores de calidad de la educación han detectado la existencia de serios problemas en nuestra educación, que tienen directa relación con los resultados del aprendizaje. El problema de la calidad de la educación, no es un problema de cómo se enseña, sino un problema de cómo y cuánto se aprende.
Según Juan Carlos Tedesco, especialista en educación de la Unesco, la explicación del problema de las dificultades para elevar los resultados del aprendizaje está vinculada con el deterioro de las condiciones de educabilidad con las cuales los alumnos ingresan a la escuela.

En este contexto, señala Tedesco, es posible sostener que un porcentaje elevado de alumnos estaría ingresando a la escuela con deficientes niveles de educabilidad, neutralizando los esfuerzos efectuados por las instituciones educativas. En consecuencia, ciertos niveles básicos de equidad social son necesarios para que sea posible educar con posibilidades de éxito. Este fenómeno justfica plenamente la prioridad que se le otorga hoy a la educación preescolar, por su impacto sobre la equidad social y sobre el futuro desempeño educativo de los alumnos.

El desafío de la gestión escolar en el nuevo escenario educativo: construir una nueva forma de hacer escuela


Dentro del contexto de reforma educativa y de modernización de la escuela, uno de los principales aspectos que ha sido necesario abordar es la implementación de un nuevo estilo de gestión que permita al sector educacional actuar propositivamente en un mundo que está continuamente experimentando transformaciones y cambios hiperacelerados.

Si queremos tener una escuela moderna y proyectada al futuro, se hace necesario reorganizar los procesos de liderazgo y de toma de decisiones, para hacer de la escuela una verdadera comunidad escolar situada y con participación, que ofrezca una educación de calidad y tenga visión de futuro, para anticiparse a los cambios. El desafío es construir una nueva forma de hacer escuela, que más que un espacio físico, sea una organización de aprendizaje con una nueva modalidad de gestión, que permita situar a docentes directivos, profesores y alumnos como reales protagonistas del quehacer institucional.

Este nuevo espacio institucional demanda una filosofía y estilo de gestión diferente al que hemos tenido en la escuela tradicional, que permita generar aprendizajes significativos para los estudiantes, profesores, el grupo directivo, para los padres y la escuela en su totalidad. Los énfasis centrales de esta nueva propuesta son: gestión centrada en los aprendizajes de los estudiantes; trabajo en equipo; cooperación y negociación como forma de elevar la efectividad y los beneficios mutuos; formas de comunicación más expeditas y oportunas; búsqueda de un mejoramiento permanente de los procesos y la responsabilidad por los resultados, entre otros.

Un desempeño de calidad no ocurre por casualidad o accidente, en una escuela. Ocurre porque ha sido planificada y organizada la forma como se quiere que la organización trabaje. De ahí, que se proponga el trabajo en equipo, como una forma de potenciar el aprendizaje y avanzar en términos colectivos. Ahora bien, para lograr el desarrollo de un buen trabajo en equipo, es necesario un tipo de liderazgo más estratégico que permita generar una nueva visión de la escuela en un contexto de cambio permanente, y que la prepare para enfrentar el futuro.

La gestión escolar es un conjunto de acciones relacionadas entre sí, que emprende el grupo directivo de una escuela para promover y posibilitar la consecución de la intencionalidad pedagógica -planteada en el proyecto educativo institucional- en y con la participación activa de toda comunidad educativa. Su objetivo es centrar-nuclear a la escuela alrededor de los aprendizajes de los niños y jóvenes. Su tarea es dinamizar los procesos y la participación de los actores que intervienen en la acción educativa.

En el marco de una gestión escolar participativa, la comunidad educativa toda (alumnos, profesores, padres, directivos, personal administrativo y de servicio) tiene en la escuela un poder real para proponer, disentir o innovar.

Necesidad de cambiar la escuela tradicional-actual por otra más moderna y futurista


La escuela, realidad social inventada, se encuentra muy cuestionada en la actualidad por la forma en que entrega el servicio educativo. La escuela tradicional donde un profesor enseña a un alumno promedio (método frontal de enseñanza), enfrenta una cantidad de problemas y limita la posibilidad de ofrecer una educación de buena calidad que sea adecuada a las exigencias y nuevas demandas que se le hace. La escuela necesita cambiar para responder positivamente a las necesidades del nuevo escenario en que vivimos y al desarrollo de los estudiantes, estimulando en cada uno de ellos, la autonomía intelectual, social y moral que les permita responsabilizarse de su propio desarrollo a lo largo de toda su vida.

Los planteamientos anteriores requieren por tanto una transformación de la escuela actual, que es tradicional, dependiente, rígida y centrada en la enseñanza, transformándola en una organización de aprendizaje que mire y proyecte la educación hacia el futuro. En esta visión, la escuela moderna se plantea como una organización con un gran sentido de misión, más autónoma, flexible, focalizada más en el aprendizaje que en la enseñanza, donde los profesores proporcionan información y son estimuladores de los procesos de construcción de conocimiento de sus alumnos, verificando permanentemente la calidad de los procesos en los cuales los alumnos se involucran y comprometen durante un tiempo en la escuela; donde sus directivos tienen un estilo de gestión que favorece la participación de la comunidad educativa, desarrollan un trabajo en equipo con los distintos actores del proceso educativo y no escatiman esfuerzos para que la escuela disponga de una amplia y variada gama de recursos y medios para el aprendizaje. (Véase el cuadro que se presenta a continuación, en que se compara ambos tipos de escuelas).

Sin embargo, la verdadera educación se logrará en una escuela en la medida en que en ella se cultiven valores. La escuela que pretenda desentenderse de los valores se despersonaliza. Si se opone a la realización de éstos, no sólo renuncia a los valores sino que esta renunciando a lo que entendemos debe ser una escuela. A la escuela le corresponde una tarea formativa, desarrollada a través de los profesores, cuya labor no debe reducirse a proporcionar información axiológica o a contribuir a que el alumno autodescubra sus propios valores o sepa discernir los valores de los antivalores, sino que ha de proponer valores, motivar opciones y estimular compromisos con aquello que conduce a la plena realización. Es importante que la escuela moderna fortalezca comportamientos fundamentales, actitudes y valores deseables, para que los niños y jóvenes sepan interactuar en la sociedad actual y futura.

Conclusion


Existe la convicción generalizada de que las instituciones educativas convencionales, de ladrillos y cemento, no serán suficientes para responder al desafío en materia de formación inicial y permamente, inseparable a la sociedad de la información. Es necesario desarrollar nuevas modalidades educativas, que incorporen las nuevas tecnologías, pero que favorezcan.